Consideramos que la Arquitectura, nunca ha podido entenderse al margen de la época y la sociedad en la que se ha generado, más bien ha sido fiel reflejo de los mismo aun dentro de su faceta y consideración estrictamente

artística.


Así ha ocurrido durante siglos cuando la sociedad respondía a criterios universales e inamovibles con señores feudales, reyes o dinastías y la arquitectura establecía también sus cánones y reglas de belleza preestablecidos y convencionalmente aceptados.


Sin embargo , las sociedades democráticas vinieron a romper a partir del XIX , este código arquitectónico, de manera que la arquitectura en cuanto a reflejo de una actividad artística se liberó de los códigos preestablecidos ,
de igual manera que ocurrió en todas las facetas de las expresiones artísticas.


Por ello, no nos resulta nuevo el volver a escuchar en los últimos tiempos el desconcierto y crisis que acompaña
a la creación arquitectónica., en especial en diversos países desarrollados y especialmente europeos, y todo porque consideramos que no la arquitectura no puede ser ajena al contexto en el que se desarrolla, tanto social, político
como económico.


Y evidentemente la fuerte crisis económica que entre otros afecta a España , tiene su fiel reflejo en la manifestación y ejercicio de la arquitectura. Pero idéntica reflexión puede establecerse para los países latinoamericanos 
con economías fuertemente emergentes y que también manifiestan sus desequilibrios internos en la producción arquitectónica, hasta el punto que en estos caso se denota una brecha enorme en cuanto a cuál es el cometido que debe abordar la arquitectura en función de a que segmento de la sociedad esté dando respuesta.


Obviamente, este panorama también tiene su reflejo en quienes pretenden ver solo la arquitectura como una
respuesta a una necesidad constructiva , en la más pura concepción del “merchandasing” de los "Brico"
, sin entender que hacer arquitectura significa mucho más, que no solo se trata de buscar un contenedor – funcional , sino que se debería de buscar alcanzar el compromiso y respuesta a cada necesidad concreta , a partir del usuario,
ubicación, contexto socioeconómico,etc, y en ello se estaría alcanzando el equilibrio de la belleza como expresión arquitectónica. De esta forma no se precisan grandes intervenciones para crear grandes obras de arquitectura , e incluso en las intervenciones en los barrios más degradados debe buscarse el equilibrio entre las necesidades que se plantean y la respuesta arquitectónica coherente.


Pretender reducir la arquitectura a una respuesta exclusivamente constructiva o en muchos casos puramente formal
o visual sin ninguna otra correlación , es quedarse en lo superficial, e incluso decorativo. La arquitectura genera
espacios en si mismos , desnudos y desprovistos de otros elementos que aunque sirvan de referencia contextual pueden
ser perfectamente modificables y no pertenecen al verdadero contenido de la arquitectura.


En estos momentos esta simplificación de reducir la arquitectura a la construcción exclusivamente es propia de aquellos que con “cerebro ecónomico” pretender buscar la solución a la crisis actual en muchos países que tuvieron un gran desarrollo urbano. Pero no es solo exclusivo de estas zonas en crisis económica sino que aun admitiendo que en la necesidad lo fundamental debe de priorizar otros intereses sociales, sin embargo , vemos como en los países de economías emergentes no siempre la arquitectura tiene la respuesta adecuada a la ruptura que de detecta en la propia sociedad.


Últimamente se ha pasado de lo grandioso en las manifestaciones arquitectónicas a la sencillez, del elogio del
más a la entronización del menos, de lo superfluo a lo imprescindible,del despilfarro tecnológico a la obsesión por el consumo “cero” y eficiente.


No es que se consideremos que no ha lugar para las manifestaciones icónicas , ajenas en muchos casos a
emplazamientos, dificultades técnicas o sintonía social, puesto que en sí mismos pretenden ser el referente social que se pretende, pero ese tipo de actuaciones no puede generalizarse Al igual que en el mundo del motor caben los
modelos espectaculares de innovación tecnológica que son los coches de Fórmula 1, y nadie pretendería que fueran la respuesta para transitar por las carreteras convencionales, siendo necesarios tienen su contexto en los
circuitos de competición. De igual forma, la arquitectura puede y debe tener las respuesta de los “grandes” en contextos muy concretos y como “motores” de la innovación arquitectónica referencia incontestable, pero son
situaciones no generalizables en ningún caso.

 

El encargo de una obra a Niemeyer suponía asumir los valores de su arquitectura y su expresión artística pero difícilmente se puede pedir que suponga una especial respuesta de contexto más alláde lo que su expresión formal permitía.


Por ello, nuestra posición está en el entendimiento de la arquitectura como una actividad no solo técnica sino artística, que debe ir mucho más allá de los aspectos puramente constructivos o formales, y que debe aunar tratar de dar respuestas a los planteamientos de la sociedad y contexto donde se desarrolla con la permanente búsqueda de la armonía y conjunción de estos requerimientos para conseguir la belleza hasta de las expresiones más simples ,
elevándose por encima de la superficialidad y “chabacanería” que desde gran parte de los referentes sociales nos tratan de “vender”.